sábado, 10 de mayo de 2008
FRANCISCO LLERA , el ciudadano vasco director del Euskobarómetro
El diario barcelonés LA VANGUARDIA, está realizando una serie de entrevistas con personalidades relevantes en su campo que tratan de diagosticar la situación de la Expaña del 2.008. Hoy le ha tocado al sociólogo vasco, director del Euskobarómetro, la encuesta sociológica más prestigiosa del País Vasco.
Reproduzco aquí el texto aparecido en la edición digital.
"El PNV intentó convertirse en hegemónico aprovechando el pragmatismo del electorado"
Pedro Vallín Madrid 10/05/2008
Mientras habla con La Vanguardia, en un restaurante del corazón de Azca, una llamada interrumpe la charla. Es su escolta. Francisco Llera, catedrático de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco, lo lleva desde que en 2001 ETA pusiera una bomba en el ascensor de la facultad de Ciencias Sociales del vizcaíno campus de Lejona, donde Llera dirigía el departamento de Ciencia Política. Por entonces, éste asturiano de origen, vasco de adopción, vivió un episódico exilio académico en Estados Unidos, pero pronto recobró su papel al frente del Euskobarómetro, el termómetro social vasco más seguido y citado, que, junto a su labor académica, lo ha convertido en un especialista en los movimientos de fondo de la sociedad vasca y en un politólogo de referencia en España.
.- Desaceleración, endeudamiento familiar, paro, inmigración… Mal cóctel social.
Bueno, estamos hablando de cosas muy distintas. El agotamiento del ciclo económico, los ajustes de los problemas estructurales de nuestro modelo de crecimiento, los avances de la revolución científico-técnica y otros cambios claro que pueden producir impactos en la estratificación social y en las condiciones de vida de determinadas capas sociales, sobre todo en las más vulnerables o afectadas por esos sectores. Inevitablemente, esto producirá tensiones y conflictos más o menos localizados y ya experimentados por otras sociedades en circunstancias similares.
.- Pero con tantos inmigrantes, ¿se radicalizará a la clase media?
La inmigración es un evidente y más que potencial foco de conflictividad, en distintos sentidos. Por esa misma razón, su deriva o amenaza de uso populista es obvia. Sin embargo, todo apunta a que en nuestro país, por el momento, no hay masa crítica para aventuras sociopolíticas ultras y, además, cuentan con un fuerte rechazo de la sociedad española.
.- Lo veo muy convencido.
Somos una sociedad madura y de comportamientos políticos muy pragmáticos y previsibles. Además, una sociedad con mucha vitalidad y autonomía, que depende cada vez menos de la política y en la que la inmensa mayoría tiene mucho que perder y poco que ganar con las aventuras radicales de cualquier signo. Estoy seguro que los partidos responsables y el sistema político, en general, sabrán adaptarse y responder a estos cambios de ciclo.
.- Entonces, ¿usted cree que estamos vacunados contra la radicalización?
Habrá irresponsables y radicales que tratarán de obtener ganancias en río revuelto. El ejemplo lo tenemos en Alemania: Allí los grandes han hecho una gran coalición anticrisis, mientras que otros han aprovechado para radicalizarse y sacar tajada.
.- Otro efecto posible es el desafecto político. ¿Hay riesgo de despolitización?
No creo. La desafección, el antipartidismo o la fatiga política de una parte del electorado, con ser asuntos importantes y necesitados de atención y respuesta, no llevan parejos el rechazo al sistema democrático, sus reglas y sus valores.
.- ¿Estamos psicológicamente preparados para una recesión después de década y media de consumo desaforado?
Eso pasó en España en el ciclo de crisis anterior, después de la bonanza de la primera etapa socialista. En efecto, entonces, no estábamos psicológicamente preparados para los cambios de ciclo. Creo, sinceramente, que ahora ya hay más experiencia, incluso en la socialización infantil y familiar y, por otro lado, hay mucha más información de cómo se reacciona al ajuste. Además, esto no es una recesión, ni mucho menos, y la sociedad y la economía están mucho más compensadas y preparadas para etapas de ajuste.
.- ¿Y la solidaridad interterritorial se verá afectada, tras cuatro años de atizar el antagonismo?
El modelo territorial español de descentralización autonómica avanzada y asimétrica ha sido un éxito indudable. Tiene problemas de ajuste multilateral, de déficit de dinámica cooperativa y de articulación efectiva de la cohesión y la solidaridad interterritorial, problemas evidentes como la cuestión del agua, y que requieren auténticos pactos nacionales. Los nacionalismos viven y se alimentan del victimismo, por un lado, y de los fracasos de los partidos nacionales para materializar y compartir plenamente la idea de la Nación y el Estado hilvanados en la Constitución de 1978, por el otro. Además, debe considerarse que los dos grandes partidos no discrepan en cuanto a la solidaridad, sino en cuanto a las fórmulas. Así que tendrán que ponerse de acuerdo.
.- ¿Y en la práctica?
El victimismo y el fracaso parcial de los partidos nacionales han sido alimentados por las necesidades de gobernabilidad de los grandes (UCD, PSOE y PP). Nuestra rica pluralidad, el alto nivel de descentralización, su asimetría y la variedad de las mayorías de gobierno territoriales han facilitado una dinámica competitiva y diversificadora que ha sido positiva. Pero no carece de riesgos autodestructivos a la hora de abordar por separado, sin visión estratégica unitaria, asuntos sociales de primera magnitud como el cambio climático, la conservación del medio, las infraestructuras, la brecha tecnológica, el agua, el turismo, el modelo de crecimiento económico…
.- Sin embargo, en el País Vasco, tras el fracaso de la tregua, parece haber un cambio de tercio en cuestiones soberanistas.
Es que a pesar de las ambigüedades, contradicciones, oscurantismo y fuerte confrontación política que ha rodeado al proceso de salida negociada con los terroristas de ETA y a pesar de la frustración de las esperanzas depositadas en un final feliz, hoy la sociedad vasca está más firmemente comprometida y convencida de la derrota de los terroristas.
.- Políticamente, ¿quiénes son los perjudicados por ese fracaso?
La izquierda abertzale. Verá, el resultado de las dos últimas treguas ha sido el mismo, a pesar de que los actores eran muy distintos: un Aznar en pleno giro hacia posiciones antinacionalistas, y un Zapatero con una disposición mucho más abierta. Si en el primer caso, ETA aducía la mala disposición del Gobierno, ahora ese argumento ha perdido el sentido. Por eso, la banda está vaciando, política y socialmente, el mundo de la izquierda abertzale, a la que ya no se le puede presuponer un discurso autónomo del de ETA. El mejor indicio, es la fuerte desorientación y fatiga que viven los sectores sociales que les apoyan, por un lado, y el fracaso electoral de las aventuras radicales del nacionalismo. ETA, que lleva 40 años corrompiendo la vida social, política y cultural vasca, confundió la tolerancia con debilidad, y ahora se ve, en la mera sustitución de listas electorales de los abertzales, que da igual a quien se ponga, y si da igual es que manda ETA.
.- Ha mencionado el fracaso de las "aventuras radicales del nacionalismo". ¿Esa es la lectura de los resultados electorales?
ue los socialistas vascos hayan reunido más votos que los tres partidos del gobierno vasco juntos es todo un síntoma y, además, que lo hayan hecho con una buena resistencia electoral del PP le da más valor a su éxito. Siendo justos, tenemos que decir que al PNV, sobre todo en Guipúzcoa y, en general, en el entorno rural, le perjudica la llamada a la abstención de los abertzales, porque el votante del PNV no quiere ser sospechoso de desafección a Euskadi, y en muchos pueblos todo el mundo se conoce y sabe quién vota, así que el miedo actúa de forma particular entre votantes rurales del PNV. Pero, en todo caso, se ha visto que en Euskadi tienen muy poco futuro las aventuras de ruptura y de desestabilización, por mucho que puedan provocar estrés social. Los vascos están acostumbrados a resistir y adaptarse pragmáticamente. Pero, esto no implica que traicionen sus sentimientos y actitudes profundas.
.- ¿Ve al PVN sumido en una crisis ?
Es claramente un partido en crisis. Al margen del resultado electoral, está salpicado por un caso grave de corrupción en la hacienda foral guipuzcoana y tiene serios problemas de estructura. ¿A qué se refiere? La bicefalia, partido-gobierno, sólo le funciona los dos primeros años. Así ocurrió con Garaicoetxea y Arzalluz, que acabó en cisma, y luego con Ardanza y Arzallus. Imaz ha intentado romper esa estructura de un PNV consagrado a hacer caja y retórica, pero, una vez más, se ha encontrado con la obcecación de Ibarretxe.
.- Caja y retórica?
El nacionalismo gobernante ha intentado, desde su posición de poder, convertir el pragmatismo del electorado vasco en hegemonía política y ha querido garantizarse el monopolio de los símbolos. Esto funcionaba bien con el PP en el Gobierno central, pero con el cambio de actitud del PSOE, la idea que han transmitido es que son insaciables. Siempre quieren más. El PNV empieza a sembrar dudas en la sociedad vasca de que sea un partido responsable y respetable y el mérito es, sobre todo, de Ibarretxe y sus obsesiones.
.- Tras cuatro años de ese tipo de discursos ¿no cree que vaya a haber una crisis del sistema, una hipertensión territorial que desborde las que ya conocemos?
Todo apunta a que la nación española y el sentimiento nacional español es mucho más fuerte y profundo de lo que algunos nacionalistas quieren hacer ver y de lo que a veces parece. El localismo hace mucho ruido, maneja muy bien los símbolos, como le decía antes, y sabe sacar partido de la radicalización, la intimidación, el estigma y la exclusión. Sin embargo, la nación es paciente, inclusiva, dual y sabe que puede y tiene que convivir con eso. Los datos de actitud y sentimiento de identidad son muy claros y consistentes: No hay peligro de desintegración nacional española y algunos nacionalistas lo saben y les molesta. Por eso, utilizan continuamente la provocación. No estamos en Francia, pero tampoco en Bélgica o en los Balcanes.
.- Otro factor de crujido social que ha asomado como un barrunto durante la última legislatura es el conflicto entre laicos y católicos. ¿Cuál es su diagnóstico?
Bueno, lo cierto es que la religión tiene un fondo de conservadurismo evidente y casi natural, tiene normas y valores solo asumibles por sus fieles pero también otros que pueden ser compartidos por sectores sociales más allá de las paredes del templo, por así decir. Nuestra sociedad y buena parte de sus estructuras normativas están impregnadas de cristianismo o cristiandad. Pero, es verdad que estamos en una sociedad y un estado laicos y esto genera tensiones evidentes con la religión organizada. Han pasado muy pocos años para aprender a convivir con esta doble dinámica.
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