lunes, 4 de febrero de 2008

UN poeta C's: OCTAVIO PAZ






No tenía 25 años todavía, cuando este joven poeta mejicano se presentó en España, en plena guerra civil para participar el el I COGRESO INTERNACIONAL DE ESCRITORES ANTIFASCISTAS que se celebró en Valencia, entonces sede del Gobierno Republicano. En aquel entoces todavía creia en el comunismo como doctrinma que iba a librar al mundo de la pobreza de los trabajadores y de la opresión. Vino a solidarizarse con el pueblo español que se enfrentaba al fascismo en lucha desigual...aunque ya en aquel congreso se mosqueó porque habia sido vetada la presencia el escritor francés André Gide que acababa de publicar "Retour de la URSS" libro en el cual manifestaba ya claramente seu decepción de la experiencia soviética despues de un viaje al que había sido invitado por Stalin. Los años posteriores y el conocimiento de las purgas estalinistas que golpearon duramente a amigos íntimos suyos de lucha le convencieron de que el sistema comunista era una nueva forma de opresión tan brutal como lo había sido el nazismo, lo cual le supuso el rechazo y desprecio de la mayoría de la izquierda americana: se convirtió en un fanático de la LIBERTAD.

Todavía habrián de pasar mas de cuarenta largos años hasta que el imperio soviético se desplomó como un castillo de naipes en 1.989.





Reproduzco aquí los discursos que pronunció en la apertura y el cierre de un Congreso que se celebró en Méjico DC entre el 27 de agosto de 1.990, ya caido el Muro y el 2 de septiembre. y que llevaba por título: EL SIGLO XX: LA EXPERIENCIA DE LA LIBERTAD.

Discurso de apertura el 27 de agosto de 1.990:

Unas pocas palabras para iniciar esta primera conversación.

Muchas personas me han preguntado por qué hemos llamado a nuestro encuentro: "El siglo XX: La experiencia de la libertad". Diré muy brevemente porqué la libertad, más que una idea o un concepto, me parece que es una experiencia. La libertad, como idea, es el dominio de la filosofía.

Pero se trata de un término que escapa a las definiciones; la disputas entre la libertad y el determinismo nació al mismo tiempo que el pensamiento filosófico y todavía sigue abierta. Hay una expresión célebre que confirma la extraordinaria ambigüedad de esta palabra: "la libertad es la elección de la necesidad". Es la gran refutación de la libertad y, al mismo tiempo, su gran victoria. En la tragedia griega encontramos la misma indecisión; para que la fatalidad se cumpla, nos dicen una y otra vez Esquilo y Sófocles, se necesita la complicidad de la voluntad humana. Los agentes del destino son los hombres y los hombres conquistan la libertad cuando tienen conciencia de su destino.

Enigma filosófico: "somos libres por gracia de Dios". Por todo esto, pienso que la libertad, más que idea filosófica o concepto teológico, es una experiencia que todos vivimos, sentimos y pensamos cada vez que pronunciamos dos monosílabos: sí o no. La libertad no se deja definir en un tratado de muchas páginas pero se expresa en un simple monosílabo.


Mientras pensaba en esta paradoja recordé un poema que escribí hace cuarenta y cinco años, al final de la segunda guerra. Su tema es la libertad, que yo veía unida a la imaginación. Todavía lo creo y por eso me atrevo a repetir unas cuantas líneas de esa viejo poema:


La libertad es alas,
es el viento entre hojas, detenido
por una simple flor; y el sueño
en el que somos nuestro sueño;
es morder la naranja prohibida,
abrir la vieja puerta condenada
y desatar al prisionero:
esa piedra ya es pan,
esos papeles blancos son gaviotas,
son pájaros las hojas,
y pájaros tus dedos: todo vuela.

La imaginación en libertad transforma al mundo y hecha a volar las cosas y los seres que toca... Sin embargo, hoy haría esta crítica a esos versos juveniles: la libertad se disipa si no se realiza en un acto. Le pasa lo que a la pluma de Kant: para volar necesita vencer tanto la resistencia del aire como la atracción hacia el suelo, la fuerza de la gravitación. La libertad, para realizarse, debe bajar a la tierra y encarnar entre los hombres. No le hacen falta alas sino raíces. Es una simple decisión --sí o no-- pero esta decisión nunca es solitaria: incluye siempre al otro, a los otros. La libertad es la dimensión histórica del hombre. Lo es por ser una experiencia en la que aparece siempre el otro. Al decir sí o no, me descubro a mí mismo y, al descubrirme, descubro a los otros. Sin ellos, yo no soy. Pero ese descubrimiento es, asimismo, una invención: al verme a mí mismo, veo a los otros, mis semejantes; al verlos a ellos, me veo a mí mismo. Ejercicio de la imaginación activa, la libertad es una perpetua invención.

Vivimos el fin de un período histórico y el comienzo de otro. Dos grandes guerras, varias revoluciones y otros trastornos sociales y políticos han marcado a nuestro siglo. Muchos pueblos y muchas tierras han sufrido prolongados eclipses de las libertades públicas. La clase intelectual --si es que los intelectuales son una clase-- tampoco ha salido indemne de esa gran prueba histórica.

Nuestro siglo ha sido el de la trahison des clerics, como llamó Benda a la deserción de los intelectuales. La enfermedad totalitaria contagió a filósofos y a poetas, a dramaturgos y a novelistas. Pero no todos cedieron y es imposible olvidar a todos aquellos escritores que hicieron, desde 1920, una crítica lúcida y valerosa a los grandes sistemas totalitarios modernos, el nazi y el comunista. En la memoria de todos nosotros están los nombres de los intelectuales que se han enfrentado, rodeados de hostilidad, a los despotismos del siglo XX. La lista es grande. El número de las víctimas también es largo y está compuesto por poetas y novelistas, filósofos y pintores, músicos y periodistas. Entre esos combatientes por la libertad se encuentran muchos de ustedes, que han padecido cárcel, destierro y vejaciones por sus ideas.

Hoy la revolución pacífica de los pueblos de la Europa central y de la Unión Soviética, así como el regreso de América Latina a la democracia --todavía falta Cuba--, nos obliga a otro tipo de reflexión. El gran tema del pasado inmediato fue la crítica de los poderes enemigos de la libertad; el del tiempo que viene es el de su invención: ¿cómo los pueblos, sobre todo los de Europa del Este y de América Latina, podrán edificar la casa de la nueva democracia? Con esta pregunta comienza la primera conversación de nuestro encuentro: "Del socialismo autoritario a la difícil libertad". Tiene la palabra Leszek Kolakowski.



Nota: Mañana colgaré el discurso de clausura.

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